viernes, 10 de diciembre de 2010

Premier jour

                  (lo peor que le puede pasar a un croissant - parte I)

DESTINATION: CHARLES DE GAULLE

   Con todas las ilusiones puestas en un viaje programado con cinco meses de antelación, facturo mi maleta junto con mis acompañantes en el aeropuerto de El Prat siguiendo el timing indicado. "El avión sale en hora" nos dice la azafata, lo que parece extraño teniendo en cuenta la fecha de la que se trata. Pasamos el control de seguridad sin problemas, después de que A se haya convencido de que la mejor opción es cambiar todos sus potingues, que no son pocos, del neceser de mano a la maleta. Nuestro destino es una ciudad gélida y al parecer esta semana el clima está atravesando un mal momento, vamos que va a hacer un frío del carage, así que además de cinturón, reloj, líquidos y objetos punzantes, hay que depositar en la bandeja  abrigos, gorros, bufandas y guantes, y además nosotras -les cinq mademoiselles- quitarnos las botas haciendo equilibrio sobre un solo pie. "Menos mal que esto sólo hay que pasarlo una vez", pienso. Bueno, A se libra porque lleva zapatotes de trekking.

Una vez en la zona de embarque decidimos cenar un fantástico bocadillo de jamón (algo típico cuando sabes que vas a cruzar la frontera) mientras esperamos a que aparezca en pantalla nuestra puerta. Pasados los minutos oímos por megafonía que debido a los problemas ocasionados por el cierre del espacio aéreo de Madrid puede ocasionarse retrasos en los vuelos. "Bueno, embarcamos en media hora... no nos afectará..." digo yo no muy convencida. "Yo no lo tengo tan claro" dice S muy realista "Y si no podemos volar, al menos habremos quedado para cenar" se le ocurre a J con la consiguiente carcajada del grupo. Anuncian nuestra puerta de embarque mientras por megafonía se oye una nueva locución: "AENA informa que debido al abandono masivo por parte de los controladores aéreos de sus puestos de trabajo se ha cerrado el espacio aéreo de Madrid, Canarias y Baleares". Ante tan alarmante noticia todos cruzamos los dedos, pero con preocupación moderada al ver a los pasajeros de nuestro vuelo dispuestos a embarcar formando una fila perfectamente ordenada. Sigo sin ver el avión que se supone nos llevaría a nuestro destino, pero no quiero intranquilizar al grupo, así que me limito a indicarles que la tripulación está en la puerta y que el vuelo de la puerta de al lado que también opera nuestra compañía está finalizando su embarque, por lo que no parece que nos afecte. "Además volamos hacia el norte" dice C en tono tranquilizador y todos nos aferramos a esa loca reflexión. Llamo por teléfono: "mami, que embarcamos".

   Veinte minutos más tarde nuestro vuelo es cancelado sin más remedio, pues se cierra definitivamente el espacio aéreo de toda España por los motivos ya comentados. No se puede hacer nada más que recoger la maleta por la cinta 6 y guardarnos un papel estándar que Air France ha emitido desde Madrid informando de los motivos por los que se han cancelado los vuelos, eximiendo toda responsabilidad. Ahora toca hacer las pertinentes llamadas a nuestros familiares y organizarse. "Mami, que no volamos". Primero recoger la maleta, segundo solicitar  formularios de reclamación a Aena y tercero ir a informarnos a los mostradores de nuestra compañía. Así lo hacemos y, maleta en mano, nos dirijimos a hablar con el personal de Air France rezando para que no haya colas como las que nos encontramos por el camino. No hay nadie milagrosamente y nos atienden con una poco habitual amabilidad explicándonos que lo mejor que podemos hacer es aceptar el reintegro del billete y olvidarnos de ir a París.

   París..... es lo único que pasa por mi cabeza...

   Reconozco que me ha entrado el pánico reviviendo mentalmente los altercados de la huelga salvaje de 28/07/2006 y sólo pienso en huir del aeropuerto enseguida, antes de que se caldee el ambiente y la emprendan con el personal y el mobiliario del aeropuerto como ocurrió aquel día. Sin embargo, se respira  una tranquilidad y resignación general que nada tienen que ver con lo que viví entonces. La diferencia estriba, supongo, en que no tenemos a los culpables delante de nuestras narices.

   Dado que según parece podríamos volar pero en un par de días, decidimos buscar otras alternativas.  "Mami, que igual sí nos vamos". Me gusta este grupo porque se entiende a la perfección y cada cual tiene su función. Como yo ni conduzco ni hablo idiomas me quedo vigilando el equipaje mientras unos intentan alquilar un coche y otros informarse. Lo único que se me ocurre es contactar con la fuente de información más directa que podemos tener que nos pinta un panorama tercermundista en Barajas y nos explica las causas de la situación -lástima que sea desde la perspectiva huelguista-.

   París...

   Una hora más tarde ya tenemos las conclusiones:  no podemos viajar en avión porque aunque se restablezca en la misma noche (vía militarización de las torres de control) no hay tripulación disponible ya que ha sobrepasado sus horas de actividad y  la posibilidad de nuestra reubicación no se contempla a corto plazo; no podemos viajar en tren porque no hay plazas disponibles en los dos días posteriores; no podemos alquilar coche con  entrega en  destino por falta de vehículos; y tampoco es viable la solución desesperada que propone N de llegar a Perpignan y desde allí buscar avión hasta París.

   "Mami, que nos quedamos."

   Mientras esperamos resignados a que vengan a recogernos con la clara idea de que no nos van a fastidiar el puente consensuamos un nuevo destino. Madrid parece lo más viable porque el trayecto en coche es factible y seguro que hay algún hotel barato en el que alojarnos. De todos modos, lo perfilaremos una vez hayamos llegado a casa.

    París...

   Gracias a una tal María, del personal de tierra de Air France, que nos ha devuelto la esperanza facturándonos en secreto en el vuelo del día siguiente, que nos ha solucionado la papeleta con el taxista que nos espera en Charles de Gaulle y con la agencia que nos alquila el apartamento, y que se ha preocupado por nosotros en todo momento ideando alternativas para no perder el viaje y nos ha entregado un justificante de la cancelación del vuelo. Incluso antes de irnos nos indica el mostrador por el que debemos pasar al día siguiente para evitar las colas. María: nuestro ángel de la guarda.

   Mientras esperamos a nuestros santos padres-tíos-suegros que vienen a recogernos en los respectivos coches, nos repartimos en dos casas para no desperdigamos porque mañana sí volamos a París. "Mami, que sí volamos, pero mañana".

   Paris, à demain...



5 comentarios:

Marti dijo...

Qué tensión!! Ilusa de mí, cuando me llamaste a las 21h de la noche te digo "llegaste a parís??". he de decir q estuve toda la tarde en un tanatorio donde no vi la tele ni oí noticias.
Ah! el mapita del espacio aéreo español es impactante!

B. G. R. dijo...

Parece un juego de la play. Objetivo: esquivar la península. Uyyyy, casi piso Baleares! Ay ay ay, que voy derechita a Ceutaaaa! En fin... muy divertido, sí...

Anónimo dijo...

Pues sí, muy divertido a simple vista, pero nos pusimos a prueba con nuestra paciencia y con nuestra capacidad de organización y reestructuración de un viaje que parecía perdido, en principio.
Por fin volamos, sí, y gracias a María, sin ella no hubiera sido posible..

Arange.

B. G. R. dijo...

Arange: gracias a María y a nuestra paciencia. Después de este viaje, yo creo que aguantamos lo que nos echen. Un besote.

Anónimo dijo...

Ya, pero yo con una ya he tenido suficiente, o al menos por este año.

Arange.