jueves, 3 de febrero de 2011

Un desahogo






A veces quisiera gritar.
Perderme en mitad del monte y allí, donde nadie me oyera, desgañitarme hasta romper a llorar.
Un grito desgarrador que saliera desde la misma boca del estómago como una bola de fuego arrasando cuanto encontrara a su paso, abrasándome la laringe, enardeciendo mi garganta.
Un grito desmedido que tensara mis cuerdas vocales hasta la afonía.
Un grito que ensordeciera mis pensamientos y emmudeciera mi voz.
Y cuando ya no quedara más aire que exhalar, inspirar profundamente todo el aire que cupiera en mis pulmones para volver a respirar.

¡Qué descanso! Me he quedado nueva.