sábado, 21 de septiembre de 2013

La pequeña cumple 30




    La pequeña cumple 30 y nadie sabe cómo ha sido. De pronto han pasado tres décadas y nadie sabe explicármelo. Y a ella le pesa el 3, pero al resto nos cae a plomo. Parece que fue ayer cuando bajaba del colegio a toda prisa para verla en su cunita. Parece que fue ayer cuando bajaba del colegio a mi lado mientras la llevaba cogida por el cuello y hacía las gracias a mis amigas y me chantajeaba para cargar con su cartera llena de libros y me rogaba que le comprara por el camino algo que completara el tradicional Bimbo con mermelada de mamá...
 
    De pronto han pasado 30 años y para todos sigue siendo la pequeñita que bailaba rap con una gorra hacia atrás con un ritmo trepidante, que iba por la calle arrastrando los pies al son de un "stoy cantarita", por la que se peleaban las niñas mayores en verano para llevarla de paseo y desaparecía para despedirse de los perros al final de las vacaciones. Esa cosita tan pequeña con un genio tan grande como su enorme corazón que de pronto se revolvía como un toro y te soltaba lo peor que encontraba en su pequeño vocabulario: "te ñamo, te ñamo". Un castorcillo que río arriba se escapó sin darnos cuenta.
 
    Estoy haciendo memoria pero no recuerdo en qué momento empezó a cumplir años sin cesar la pequeña de la casa. Por más que lo intente sigo viendo a esa enanilla a la que enseñaba a tocar la flauta, preguntaba los ríos de España mientras dormía y obligaba a recoger la habitación después de jugar con ella. Creo que creció entre los partidos de baloncesto en los que corría de un lado a otro como Chicho Terremoto y las prácticas de Enfermería que nos narraba con todo detalle, pero no lo puedo asegurar porque por más que tiro de recuerdos no sé en qué momento dejó de ser una niña.
 
     Supongo que se hizo toda una jovencita cuando un día empezamos a hablar de chicos, a salir de fiesta juntas, a compartir cubatas y cigarros y a tener charlas profundas sobre la vida y darnos consejos mutuamente. Pero resulta que es toda una mujer independiente y a la que la vida sonríe como se merece. Porque una cosa tengo clara, todo lo que tiene lo ha conseguido por sí misma, con su esfuerzo y su forma de ser.
 
    Que sí, que sí, familia, que la pequeña cumple 30 y no tiene vuelta atrás. Sé que a todos os va a causar el mismo efecto que a mí. Sorpresa, emoción y nostalgia. Hoy todos echamos la vista atrás para saber por qué han pasado tres décadas en un abrir y cerrar de ojos. Ojalá hayamos sabido exprimir estos años como lo ha hecho la pequeña.
 
     Felicidades, pequencha, que sigas siendo tan divertida, generosa, acogedora y sabiendo pedir perdón y perdonando como sólo tú sabes hacerlo.

domingo, 15 de septiembre de 2013

No es cuestión de suerte

 
 
 
 
    No creo en la suerte. Ni en la buena ni en la mala. Un invento del hombre para explicar aquello para lo que no encuentra respuesta. Hay personas a las que parece que todo le va sobre ruedas y a otras en cambio no les sale una a derechas. No es cuestión de mejor o peor suerte. Es simplemente adaptarse a las circunstancias y saber gestionarlas.
 
    He dejado de creer que todo tiene que ocurrir por algún motivo, que todo tiene un fin ulterior que algún día llegaré a conocer. Las cosas suceden y punto. Tendemos a pensar que lo malo ocurre porque tiene que venir algo mejor. Es pura comodidad emocional, así no hay que darle más vueltas. Claro que nos sucederán cosas mejores. Y peores. E insisto, no es cuestión de mejor o peor suerte.

    Hay momentos en la vida en los que te atascas, no sabes qué camino tomar porque has intentado cambiar de dirección demasiadas veces, obligándote a aparcar tus sueños. Como si tras una contrariedad viniera otra y luego otra... Malas rachas las llamamos. Ya vendrán épocas mejores, nos decimos. Y entonces dejas pasar el tiempo creyendo que todo volverá a su sitio. Pero ¿cómo? ¿simplemente dejando que transcurran los días? ¿esperando sin más? Claro que es necesaria una temporada de pasividad para poder verlo todo desde otro punto. La distancia es el mejor modo de adoptar una nueva perspectiva. Tenemos que dejar pasar el tiempo para desbloquearnos, para saber hacia dónde tirar, pero siempre con la idea de tomar la fuerza necesaria para seguir adelante. Las metas no llegan, hay que perseguirlas para alcanzarlas.
 
    De pronto un día, así sin más, te das cuenta de que estás bien y que eres capaz de lograr todo aquello que te propongas. Las preocupaciones, los problemas y las inseguridades han quedado atrás. Probablemente sigan ahí, pero ya no te aturden, has aprendido a convivir con ellas y hasta a  manejarlas. Entonces te plantas delante del espejo y te miras a los ojos fijamente. Porque ahora puedes y no eras capaz de hacerlo desde hacía mucho tiempo, quizás demasiado. Y te ves diferente, con seguridad de sobras para tomar las riendas de tu vida. Y de repente tienes tan claras tus metas que no puedes esperar a mañana para lanzarte a por ellas. Y quieres contarle a todo el mundo tus objetivos para que te aplaudan y te feliciten por haber despertado. Pero justo cuando llega esa sensación es cuando debes detenerte a pensar cómo lograrlo.
 
    Olvídate de las grandes hazañas, de los grandes retos, de comerte el mundo de un solo bocado, porque te vas a dar de narices contra tus propios sueños. Busca metas realistas y piensa qué necesitas para cumplirlos y cómo conseguirlo día a día a base de pequeños objetivos. Siempre con el fin presente y perseverancia, mucha perseverancia. ¿Y si no consigues llegar a la meta que te has trazado? No importa, porque estarás preparado para adaptarte a las nuevas circunstancias y cambiar de camino.
 
    Adelante, tu vida sólo depende de ti. No es cuestión de suerte.