Iba ayer en el tranvía de vuelta del trabajo… Sí, de acuerdo, soy una gandula y por dos paradas podría ir caminando a casa. Como decía, iba en el tranvía y delante de mí había dos chicas de veintitantos que mantenían la siguiente conversación:
- Qué semanita llevo, Maria.
- Cuéntame, porque no nos hemos hablado desde el jueves pasado.
- El lunes le diagnosticaron cáncer de páncreas a mi madre.
- ¿Què dius? ¿Cómo está?
- Fatal, ya sabes cómo es de negativa.
- ¿Y tú cómo estás?
- No nos engañemos, es el páncreas. Lo llevaremos como podamos.
(Silencio)
- Anna, ayer quedé con el Jordi.
- Últimamente parece que os lleváis muy-pero-que-muy bien.
- Oi tant! La semana pasada me dijo que era tan afortunado porque la mujer de su vida lo ha estado esperando más de tres años...
- Ostres tu! Sabía que volveríais. Es que lo sabía.
- Ya. Eso fue la semana pasada. Ayer me dijo que había encontrado a su media naranja y que hemos de dejar de vernos.
- Cabró! ¿Y tú cómo estás?
- Sinceramente, si ha encontrado a su media naranja es que yo no era la mujer de su vida. Ya se me pasará.
(Silencio. Sólo me queda una parada.)
- Marieta, ¿i què tal a la oficina?
- Fatal. Hoy se han reunido los jefassus a ver si cierran la paradeta(traduzco: el chiringuito). Pero, vamus, está claro que en enero nos vamos todos al paro.
- Osti tu! Vaya semanita ¿Y tú cómo estás?
- La verdat, Anna, era previsible con esta crisis. Ya saldré adelante.
(Silencio. Me aproximo a la puerta para bajarme pensando en que esta Maria es toda una lección de positivismo, resignación y “bon rotllo”. Le ha contado todo esto a la amiga sin que se le mueva una pestaña y en el mismo tono pausado y tranquilo. Hasta tengo ganas de aplaudirle.)
- Osti tu, Maria, te admiro. Estás tan tranquila...
- M’he fumat uns porros, Anneta....
(Supongo que no necesita traducció)
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