sábado, 27 de noviembre de 2010

Recuerdos




  Es curioso cómo actúan los recuerdos en nuestra cabeza, incluso aquéllos que creemos tener olvidados. Algunos atacan sin piedad cuando menos lo esperamos y se acomodan hasta que con mucho empeño conseguimos echarlos. Otros aparecen sin más y nos llenan de emociones de forma incontrolada.

  Un olor, una frase o una canción pueden convertirse en una foto en nuestra mente. En décimas de segundo la foto pasa a ser una imagen en movimiento. Ahora somos espectadores de una película que ya hemos visto y, si cerramos los ojos, pasamos a ser protagonistas de la secuencia.

   Somos capaces de sentir el calor de aquel día de playa en el que transcurre la escena. Oímos el sonido de las olas rompiendo en la orilla, nos molesta el tacto de la arena en la toalla y nos ciega la luz del sol de verano. Podemos interactuar con todos los personajes que van apareciendo y reproducir las conversaciones que se entablaron entonces.

   Somos capaces de estremecernos con el recuerdo de una caricia, fruncir el ceño reviviendo una disputa o tocarnos los labios por la evocación de un beso apasionado. Podemos llorar en la memoria y sonreír en el pasado.

   Un ruido o quizás un golpe y el recuerdo se esfuma sin posibilidad de retenerlo. Generalmente nos invade la nostalgia, pero a veces nos alegramos de volver al presente. Y lo curioso, en realidad, es cómo los recuerdos vienen y se van.
  

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